Creo que no hay discusión a esta altura, que el éxito empresarial está ligado y estrechamente su resultado depende de la perseverancia y formación profesional y técnica de quienes conforman tu empresa. Pero por sobre de todo de tu forma de encarar los negocios, de tomar decisiones, de actuar ante la adversidad, lo que definirá tu tren de emprendedor; de si será un viejo vagón del oeste o un ultrasonido supersonico como el de las ciudades orientales.
Por tanto la ventaja que puedas sacar por medio del resquicio, de la trampa legal, de la astucia, te pueden poner a la cabeza de la manada, como un lobo de Wall Street, y como te puedes dar cuenta en todo este proceso no has requerido ni una pizca de fe.
Bien, ahora te pregunto, es ese el éxito que buscas, ese es el legado por el que algún día quieres que te recuerden tus hijos, tus amigos. Cuando se escriba tu historia de cómo lograste ser el gran emprendedor que de seguro serás, eso quieres que digan las líneas de tu libro. Si la respuesta es si, el camino ya ha sido indicado en los primeros párrafos, si tu respuesta es no, te invito a seguirme sólo un momento más.
Hace un par de días en nuestras narices se nos caía un negocio de esos que son para sobarse las manos, sin embargo la brecha era de unos cientos de millones. En 5 minutos, que fue lo que duró la negociación nos tuvimos que parar de la reunión porque se hacía imposible alcanzar aquella cifra. Días antes, Moises Torres quien ocupa el cargo de asesor espiritual y de negocios en la empresa, me había dicho que no necesitaba de ningún hombre para que se cumplieran los negocios que había soñado y me habían sido prometidos, más aún me dijo que incluso que aquel que yo creía inversor, no pondría un sólo peso, porque Dios era quien sostendria el negocio para demostrarme que quien me llamó estaba a cargo de todo.
Ya afuera y mientras nos mirábamos y sentía que habíamos ido a perder el tiempo, ocurrió el estilo Dios que tantas veces me ha sorprendido en la vida, hizo su aparición el Jesús del desierto y de la barca, nada más y nada menos que multiplicando los peces, los panes, y llenando delante de nuestros ojos los botes que estaban vacíos, en 2 minutos aparecían los mismos cientos de millones que nos faltaban hace exactamente 7 minutos atrás, para cerrar el negocio.
Por eso quiero y me veo en la obligación de decirte: Deja a Dios fuera de los Negocios, y probablemente alcances tus anhelos y logres tus propósitos, pero si eres capaz de incluirlo en tu plan de emprendimiento, en tu estrategia comercial, no sólo alcanzarás el éxito, sino que además verás la gloria, y como los cielos se abren de par en par cuando invitas a Dios a ser parte de tu vida y de tus sueños.
SIN DIOS NADA